jueves, 12 de marzo de 2009

Paisajes de antioquia: El Peñol (Oriente antioqueño)







Por:Felipe Sosa Vargas

UN MAR EN LAS MONTAÑAS



El agua llega en pequeñas olas. Choca con la tierra. Las ondulaciones van y vuelven. Parece el mar… pero el océano está casi a 1.000 kilómetros de allí, además se está a 2.000 metros sobre el nivel del mar. Un incipiente viento frío hace constante presencia y se mezcla con unos tibios rayos solares. Forman un clima ideal para permanecer fresco, sin el sofoco del calor y sin el estatismo del frío. Esa agua es la de la represa de El Peñol, la que parece un pequeño mar encima de la cordillera central, en pleno centro del Oriente antioqueño y del que hay mucho por conocer.

El Peñol es un pueblo mencionado con frecuencia en las crónicas históricas de Antioquia. Tomó mucha más fama por la piedra que en verdad queda en su vecina Guatapé y por el embalse que Empresas Públicas de Medellín construyó a finales de la década de los 70’s. Ese último acontecer obligó a trasladar el antiguo pueblo a unas colinas y el agua se apoderó de las viejas calles.

Esas son las historias más conocidas por los no naturales o habitantes de El Peñol. Esas historias son contadas con insistencia por los más veteranos del pueblo. No es sino sentarse en unas de las sillas de las cafeterías o fondas de El Peñol para escuchar las remembranzas de quienes vivieron (y según unos padecieron) el cambio de lugar; claro que otros aseguran que el progreso llegó con el embalse que genera el 30 por ciento de la energía de Colombia… cuestión de gustos y percepciones.

El paisaje de El Peñol llena los ojos de colinas que se pelean un espacio entre las limpias aguas del embalse, de nubes juguetonas que nunca faltan en el cielo, de la piedra de El Peñol (su nombre más famoso, aunque de manera oficial es el peñón de Guatapé) y de personas descendientes de esos españoles que llegaron a la región y que nunca se cruzaron con otras razas… eso y más hay en El Peñol.



MUCHO QUE HACER



Cuando se mira con ojos de turista se ve mucho más. El local ve siempre lo mismo en lo que es distinto; el foráneo ve lo distinto en lo mismo. La ropa puesta la mira mejor el otro. Y en El Peñol hay mucho para ver, para hacer y ofrecer a los que no son de allí.

Los deportes acuáticos son comunes en la región. La represa, que es seis veces el área del Valle de Aburrá (Medellín y sus nueve municipios vecinos), es ideal para ello. Botes, planchones, kayaks… pescadores, caminantes, viajeros… el sitio es propicio para todo lo que tiene que ver con agua. Fincas y hosterías a borde del embalse son un programa fantástico para recién o duraderos enamorados, para familias y grupos de amigos.

Pero para quienes no son amantes de ese plan también es posible caminar el pueblo, sentarse a conversar en una de las cafeterías y observar el pueblo más moderno de Antioquia, o ir a la vecina Piedra de El Peñol, subir las casi 700 escalas y divisar desde 200 metros más arriba los poblados y colinas que copan el espacio junto al embalse.

Lo de moderno se explica fácil: es un poblado construido hace menos de 30 años; fue fundado en 1714 pero como la represa lo mandó para otro lado en 1978, se construyó la nueva cabecera donde se posa hoy día. De allí lo de ‘Fénix de Antioquia’, pueblo que renace de sus mismas cenizas, como el ave de la mitología griega.

En cualquier pueblo paisa se observa lo mismo y aquí no es la excepción: los campesinos con sus atuendos típicos que llegan de las veredas al casco urbano, la recua de mulas que transita con café y otros productos agrícolas a cuesta, los jeeps con campesinos colgados, las cantinas con sus equipos de sonido reproduciendo la música de carrilera de siempre y los vallenatos de moda… pero también hay discotecas donde suena rock, música electrónica y melodías para la generación reggaetón, modernos autos que transitan la región y niñas lindas y jóvenes bien vestidos, con igual moda a las que se observan a hora y media de viaje, a las del Valle de Aburrá, a 57 kilómetros de allí.


LO QUE NUNCA CUENTAN


El Peñol despierta una sensación extraña que invita a recorrerlo. Es un pueblo típico paisa que no es tan típico por sus construcciones de no más de 30 años; es un poblado de cultura paisa, entre montañas pero junto a un mar pequeño, como pocos en la región, pues casi todos son por allá colgados de la falda de una montaña.

Pero todo lo que ofrece El Peñol no es conocido, es mucho más que la represa y la Piedra y muchos peñolenses lo comprenden y trabajan por ello.

El Peñol es también la piedra de El Marial, un santuario natural donde brota una fuente de agua a la que se le considera milagrosa; es también dos museos: el Histórico (en la única casa ‘sobreviviente’ del pueblo que tapó el embalse) y la Casa Museo en el nuevo Peñol; es también la hacienda La Manuela, que fue propiedad del narcotraficante Pablo Escobar pero como se encuentra en ruinas se reconstruirá para convertirla en sitio turístico…

Invertir unas horas o días en El Peñol es sinónimo de diversión segura. Los minutos pasan sin alcanzar a realizar todo lo que puede hacerse allí. Recorrer sus calles, ingresar a un restaurante de auténtica comida paisa, deleitarse con una trucha (pez que abunda en la región gracias al clima) o conocer los cultivos de productos que brotan con facilidad de las tierras aledañas, como el tomate, con el que siempre se les relaciona.

Fincas, piscinas, caminos, trochas, la piedra de El Marial, calles, gente dispuesta a contarle historias. Vale la pena ir a El Peñol, ese municipio entre montañas pero que tiene un pequeño mar a su lado.

Se debe mirar y vivir como turista, como visitante, se le saca mucho más gusto… más cuando el agua de la represa llega en pequeñas olas e invita a vivir del ambiente de un pueblo que espera a que lo conozcan.


Extraido de http://mundoviajero.wordpress.com/2008/12/17/el-penol-un-pueblo-para-conocer/

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